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SISTEMA TRIBUTARIO

“La pérdida de ingresos para la Nación puede derivar en que las provincias aumenten los gastos corrientes"

La persistencia de tributos distorsivos como Ingresos Brutos, sumada al aumento del gasto público provincial, pone un techo al crecimiento económico, según advirtió Osvaldo Giordano, presidente del IERAL. La reducción gradual de retenciones por parte de la Nación contrasta con la falta de coordinación fiscal y el incremento de gastos corrientes en las provincias, evidenciando paradojas y desafíos para una reforma tributaria efectiva.

Por Tendencia de noticias

11 ago, 2025 07:01 p. m. Actualizado: 11 ago, 2025 07:01 p. m. AR
 “La pérdida de ingresos para la Nación puede derivar en que las provincias aumenten los gastos corrientes"

Las provincias argentinas están incrementando sus gastos corrientes, aprovechando la recaudación de impuestos distorsivos como Ingresos Brutos, sellos y tasas municipales, mientras el gobierno nacional impulsa una reducción gradual de las retenciones agropecuarias. Esta dinámica, según Osvaldo Giordano, presidente del IERAL (Instituto de Estudios Económicos sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana), no solo limita el impacto de las medidas nacionales, sino que pone un techo al crecimiento económico del país, perpetuando las trabas que impiden una recuperación sostenida.


Giordano subrayó que las deficiencias del sistema tributario son una de las principales razones por las cuales la recuperación económica, tras el rebote en forma de “V” pronosticado por el gobierno, no logra consolidarse en un crecimiento sostenido. “No hay fenómenos nuevos para explicar el agotamiento. Como ya pasó muchas veces en el pasado, el ritmo de recuperación se aletarga por trabas profundamente enquistadas. El techo lo pone un cúmulo de déficits en el diseño de instituciones que condicionan el desenvolvimiento de la actividad productiva”, explicó el economista.


Entre los impuestos que más daño causan a la competitividad, Giordano destacó Ingresos Brutos, el impuesto al cheque, los derechos de exportación, sellos y tasas municipales sobre las ventas, que en conjunto representan más del 7,6% del PBI. “En una evaluación rápida y conservadora, los impuestos que urge eliminar -porque son una clara traba para la producción- suman el equivalente a más del 7,6% del PBI. Hay otras imposiciones que se necesita revisar y moderar su impacto (por ejemplo, las contribuciones patronales), pero en un planteo de mínima el desafío es eliminar (no simplemente reducir) estos 5 tributos que aportan más de un cuarto del total de ingresos que cuenta el Estado”, detalló.


Paradojas


El gobierno nacional implementó una reducción parcial de los derechos de exportación para los principales productos agropecuarios, un gesto que, según Giordano, tiene más valor simbólico que impacto real. “Las rebajas sobre las retenciones tienen más valor por el gesto, que por su contribución a la resolución de los problemas que genera el sistema tributario. Pero el aporte más relevante es que pone de manifiesto las paradojas y contradicciones a las que lleva la estrategia gradualista de supeditar la eliminación de los tributos que quitan competitividad a la baja del gasto público”, afirmó.


La reducción de retenciones implica una pérdida de ingresos para el Estado estimada en más del 0,2% del PBI, un esfuerzo significativo frente al superávit financiero actual del 0,3% del PBI. Sin embargo, desde la perspectiva productiva, el alivio es “prácticamente imperceptible” frente al desafío de eliminar los “malos impuestos”. Más aún, Giordano advierte que esta medida se ve neutralizada por el aumento de la recaudación de otros tributos, como Ganancias, IVA e Ingresos Brutos, que benefician principalmente a las provincias. “La pérdida de ingresos para la Nación puede derivar en que las provincias aumenten los gastos corrientes porque van a disponer de más recaudación”, señaló, destacando una paradoja clave: el esfuerzo fiscal nacional no se traduce en beneficios proporcionales para la producción.


Falta de coordinación


La estrategia gradualista del gobierno, que condiciona la eliminación de impuestos distorsivos a una reducción equivalente del gasto público, enfrenta dos grandes obstáculos. En primer lugar, la magnitud del ajuste necesario resulta inviable a corto plazo. “La baja del gasto público aplicada en el 2024 implicó un enorme e inédito esfuerzo que significó, para el consolidado nación más provincias, un ajuste del orden del 5,5% del PBI. Es muy poco realista aspirar a una reducción adicional del gasto público que, para compensar la eliminación de los malos impuestos, debería ser aún mayor al aplicado en el 2024”, explicó Giordano.


En el primer semestre de 2025, los datos preliminares muestran que la Nación apenas logra estabilizar el gasto, mientras que en las provincias el gasto público está aumentando, revirtiendo el ajuste de 2024. Esta tendencia pone en evidencia la segunda inconsistencia: la falta de coordinación entre los tres niveles de gobierno. “El esfuerzo que hizo la Nación para bajar los derechos de exportación tendría mucho más impacto sobre la producción agropecuaria si se hubiese dado en el marco de un acuerdo con las provincias para que los mayores ingresos que recibirán, gracias a la reducción de los derechos de exportación, se usen para eliminar o bajar el impuesto a los ingresos brutos y sellos que encarecen los insumos que paga el sector agropecuario”, sostuvo.


Para Giordano, resignarse a mantener impuestos que dañan la competitividad por miedo al déficit fiscal no es la solución. En cambio, propone una estrategia coordinada entre los tres niveles de gobierno para reemplazar los “malos impuestos” por tributos más eficientes, como el IVA, Ganancias o el impuesto al patrimonio. “Mucho más consistente con los desafíos que plantea el entorno macroeconómico es diagramar una estrategia coordinada entre los tres niveles de gobierno para que los mejores impuestos (IVA, Ganancias, Impuesto al patrimonio) generen los recursos que se necesitan para compensar las pérdidas que provoca la eliminación de los malos impuestos. El ‘Súper IVA’, absorbiendo Ingresos Brutos y tasas municipales que gravan las ventas, es el mejor ejemplo”, concluyó.

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